lunes, 2 de mayo de 2011

¿Dónde estabas tú cuando...? Los fenómenos mediáticos



Por: Víctor Zepeda



¿Dónde estabas tú cuando el temblor del 85? ¿Cuántos años tenías cuando la caída del Muro de Berlín en 1989? ¿Recuerdas cuándo mataron a Colosio? ¿Cómo festejaste la entrada del nuevo siglo? ¿Viste por televisión la caída de las Torres Gemelas en Estados Unidos? ¿Por quién votaste el 2 de julio del 2000? ¿Cómo recibiste la noticia de la caída del avión de Juan Camilo Mouriño? ¿Cómo te enteraste del triunfo de Obama? ¿Qué te pareció la boda Real entre Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton? ¿Y qué tal la beatificación de Juan Pablo Segundo II? Estas preguntas son comunes en las charlas cotidianas y son temas recurrentes entre la familia y los amigos. Todos estos hechos tienen algo en común: además del hecho en sí mismo han sido verdaderos acontecimientos mediáticos, en consecuencia forman parte del ideario colectivo. Por naturaleza los seres humanos somos entes sociales y no queremos vivir aislados de la sociedad y menos de esos acontecimientos que nos dan puntos de referencia en común con los demás. La gente quiere formar parte de la Historia. Los medios de comunicación nos han dado la posibilidad de estar --como decía una de las campañas de Coca Cola--: "en los mejores eventos". La trascendencia es una de las necesidades del ser humano y se logra através de acciones que le dan sentido a la a la propia vida o por la sensación de haber formado parte de eventos que serán recordados por siempre. La gente está ansiosa de acontecimientos espectaculares, temas que vayan más allá de la aburrida rutina cotidiana o que se salgan de la agenda de violencia y confrontación que vivimos en México. Hace una semana hablábamos en este espacio de cómo un Papa polaco logró formar parte de la cultura mexicana y ganar la aceptación de todo una nación a través de sus constantes viajes a México y de la cercanía con la imagen de la Virgen de Guadalupe indiscutible ícono del pueblo mexicano desde la Independencia hasta la actualidad. La madrugada de ayer se llevó acabo en la Plaza de San Pedro en Roma la beatificación de Juan Pablo II, además de hoteles saturados y boletos de avión agotados desde hace meses al aeropuerto de Fiumicino, el evento ha tenido un impacto mediático impresionante. Desde el sábado por la noche las principales televisoras del país (y del mundo) comenzaron a trasmitir especiales que daban cuenta de la vida de Karol Wojtyla, sus logros como jefe de la Iglesia Católica y sus acciones como estadista. Los mejores reporteros de la fuente fueron premiados con un viaje a la ciudad del Vaticano para trasmitir en vivo la beatificación de Papa que se hizo llamar mexicano. Los medios de comunicación se han convertido en la sangre que alimenta con información a todos los órganos del cuerpo social. Nos dan la posibilidad de 'estar' sin estar, se 'ser' sin ser y de 'saber' sin conocer. La omnipresencia de la que hablan las películas de ciencia ficción es posible a través de la pantalla y ahora las redes sociales. Quienes saben del impacto en el público de los mass media, saben que no es tan importante el hecho en sí mismo sino la capacidad de difusión del evento que se convierte en acontecimiento. Ocupar un espacio en la mente de la gente sigue siendo todo un reto, quienes lo logran, como ha pasado con Juan Pablo II, se reservan un pedacito de gloria en el competido espacio por la buena opinión pública. Cuando los políticos logran descifrar la fórmula son percibidos como buenos gobernantes. El trabajo detrás, sin embargo, implica el cruce de una enorme cantidad de variables; algunas reales, otras ficticias pero todas convergen en la percepción pública, que para efectos prácticos en política es la realidad.

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