lunes, 25 de octubre de 2010

Las Jornadas de Historia de Occidente

No soy historiador, pero tuve la suerte de asistir a las Jornadas de Historia de Occidente en que se realizaron en Jiquilpan el 21 y 22 de octubre. Además de interesante, fue un foro catártico pues a los largo de dos días se escucharon voces que poco se pueden oír en otros espacios por ser “un tanto críticos” de lo que estos historiadores denominaron la “historia oficial”.

Los temas obligados fueron el Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución.

La primera conclusión a los argo de varias mesas fue que a los dos acontecimientos debería conocérseles como “Revolución” pues en sus planteamientos propusieron el restablecimiento del orden político, social y económico del país (aún está a discusión si esos objetivos se cumplieron). En los Sentimientos de la Nación de José María Morelos, documento clave en la fundación del Estado México, se establecen las bases para la convivencia entre los mexicanos con ideas vanguardistas para su época.

Sin embargo, para el historiador Juan Brom, la culminación de la Independencia no incluyó un proyecto social a diferencia del proyecto insurgente. En otras palabras, la Revolución de 1810, planteó la restructuración social y terminó sólo con la independencia de España, pero sin una verdadera redistribución del poder y la riqueza; todo esto a pesar de los grandes ideales que inspiraron el movimiento al que se sumó la masa.

Algo parecido ocurrió en la Revolución de 1910. Aunque al principio la motivación de Madero no era la restructuración social sino la democratización de la política, conforme avanzó el movimiento tomó forma la primera Revolución del mundo del siglo XX. Las ideas de los hermanos Flores Magón y los planteamientos del zapatismo desafiaban el orden establecido. Muchas cosas pasaron y “la Revolución triunfó”, sin embargo, no se manifestaron grandes cambios en cuanto a la distribución de la riqueza.

Para Adolfo Gilly la Revolución de hace un siglo fue un proceso interrumpido. De acuerdo a los historiadores que asistieron a las Jornadas, ( en su mayoría simpatizantes del cardenismo) fue hasta los tiempos del General cuando se materializaron los resultados de este movimiento por medio de la repartición agraria.

Mal logrados, interrumpidos o no, lo cierto es que estos dos procesos históricos (sin menospreciar la Reforma) nos dieron las bases para el Estado mexicano moderno. Cierto, son procesos criticables e incluso incompletos, pero la Historia (con mayúscula) se escribe cada día y si bien es cierto que hay que conocer nuestro pasado “para no repetirlo”, también hay que retomar lo mejor de éstos para aplicarlo a los próximos retos.

En hora buena a la Unidad Académica de Estudios Regionales (UAER) de la UNAM y al Centro de Estudios de la Revolución Mexicana “Lázaro Cárdenas” por desconcentrar estos ejercicios académicos y reunir en Jiquilpan a lo mejor de nuestros historiadores.

victorzepeda@hotmail.com

La “opinocracia” y otros asuntos

Esta columna inicia una nueva etapa el día de hoy. El reto fue interesante y se cumplió la meta que era durar un año “al aire”. Después de este tiempo son varias las lecciones y por eso hoy le doy in giro. Hoy reflexionaré acerca de este género periodístico que es tan libre y a la vez tan sensible.

La primera lección es que en el mundo de la información en que vivimos hay muchas voces y, con las nuevas tecnologías como Twitter, cada día habrá más. Que bueno. Por eso más que nunca es válido para el lector identificar los elementos del esquema de MacLuhan de “quién dice”, “por qué canal” y “con qué intención”. Como cada vez hay más competencia en el negocio de la “opinocracia” es justo que mis lectores (posiblemente sólo sea mi editora y dos amigos que procuran decirme que me leyeron, sé que me estiman) sepan cuáles son mis intenciones al escribir esto.

En el género opinativo hay algunas opciones que suelen ser la motivación detrás del monitor:

A) Se es un gurú en un tema súper especializado y como un acto de justicia con el resto de los mortales, el columnista se sienta periódicamente frente a su computadora y comparte su gran sabiduría. Qué acto tan noble. B) El opinador vive de se su profesión y se ha dado a la tarea de posicionar su nombre para recibir información privilegiada a través de filtraciones, desayunos, llamadas telefónicas, de una hábil lectura de la prensa, etcétera, etcétera. El círculo rojo se interesa en lo que dice en la medida que sea información exclusiva y que esté relacionada directamente con los intereses del lector. C) Se es un actor (principalmente político) que pretende mantener presencia en los medios escritos y si es el estilo del periódico, saldrá su cara publicada junto a su nombre lo que le ahorrará el pago de espacios y podrá vender la imagen de que es un político que se acerca mucho al ideal weberiano descrita en el Político y el Científico (es decir, un político que también le sabe al trabajo de intelectual). D) Otros. Los que escriben por consigna, por buscar hacerse famosos, por creer que desde una columna se puede cambiar el mundo, o de plano los que no encontraron mejor profesión en la vida y se ven forzados a hacer algo. Sé que esto es muy simplista e incluso injusto para mis compañeros, pero bueno, esa es la gran libertad de este género; es opinión. Pero volviendo al esquema de MacLuhan (“con qué intención”), el objetivo de este espacio es simplemente dejar testimonio escrito de cómo un comunicólogo de 29 años percibe y procesa los temas que están a su alrededor. Siendo honesto, es más bien un ejercicio de autoanálisis.

Hace algunos años (todavía como estudiante) me inquietó mucho la influencia que podría tener una columna en la vida pública. Entrevisté a muchos columnistas de todas las ideologías (porque los hay) y de todos los medios (prensa escrita, radio y televisión). Las respuestas fueron tan diversas que coincidían con la posición que ocupaban. Los más optimistas sobre la influencia de su pluma (por obvias razones) eran quienes publicaban en medios nacionales y habían podido crear un renombre. Quienes se enfocaban más bien a un ámbito académico y que publicaban artículos menos “maniqueos” (según sus propias expresiones) consideraban que los géneros opinativos ejercían una influencia limitada en la vida pública, tal vez por la mesura en sus comentarios.

Luego de escucharlos, me formé la creencia de que este es un género para ejercer con responsabilidad lo que uno dice, pues esto es como un mensaje en una botella lanzado al mar, nunca se sabe hasta dónde llegará. Los libros que describen el artículo de opinión (o columna si se publica periódicamente en un mismo medio) coinciden en elementos mínimos como la buena argumentación, la presentación de datos que sustenten lo dicho y la “autoridad” para que el opinador defienda lo que dice. Creo en esta metodología, pero creo también que el internet, especialmente el twitter hacen cada día más accesible la información (por desgracia también se incrementa la información chatarra) y por tanto hay que “bajarle dos rayitas al volumen” y ser más directo en lo que se le dice al lector; en lo que te digo a través de estas líneas.

Me disculpo por omitir esta semana temas como las alianzas en el Edomex, la renovación en la dirigencia del PAN, el posible desafuero de Godoy, etc., etc. Prometo investigar a fondo alguno e los temas que sean de actualidad. Recibe un cordial saludo (relinchido) de Mi Caballo.

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lunes, 11 de octubre de 2010

La Raza y el encuentro con nuevos mundos


Mi Caballo cumple su primer año, gracias a Provincia y a ustedes por mantenerlo vivo.

El ser humano es una raza contradictoria y a la vez es lo más acabado que ha producido la naturaleza; claro, si es que aún se puede considerar que formemos parte de ella. Somos exploradores, curiosos, viajeros; niños inquietos que buscan algo más allá de lo que pueden ver con sus propios ojos. Hemos tenido que adaptarlos a todas las condiciones climáticas de este planeta y somos la especie que a pesar de ser vulnerables a la autodestrucción (con nuestras propias herramientas como la bomba atómica), también somos la única especie que ya se ha trazado como objetivo colonizar otros planetas como la única alternativa de sobrevivencia cuando la Tierra colapse.

Probablemente puede parecer ocioso pensar en estos temas cuando nuestro país se debate entre una guerra de intereses que ponen en entredicho la efectividad del Estado y cuando el mundo ha intentado instaurar sistemas democráticos a lo largo y ancho del globo sin que esto disminuya la brecha entre los muy ricos y los muy pobres. El avance tecnológico de las últimas décadas se ha dado de manera exponencial y aunque la tecnología no está plenamente al servicio del hombre sino de intereses más bien económicos, lo cierto es que se ha invertido mucho en la exploración de otros planetas a través de sondas y otros dispositivos enviados al espacio así como la constante investigación en galaxias y demás cuerpos intergalácticos.

Mañana 12 de octubre se cumplen 518 años de la llegada de Cristóbal Colón a nuestro continente. ¿Coincidencia, convicción de alguien que se aferraba a la idea de que la Tierra era redonda, necesidad reencontrar una nueva ruta hacía las especias o solamente una ironía de la Historia? Tal vez todos estos factores se entremezclaron y dieron por resultado el llamado “encuentro de dos mundos” cuando Colón y su tripulación desembarcaron en tierras americanas en 1492.

Así como entonces, ahora el encuentro con otros mundos es un tema de fantasía, afortunadamente aún hay “locos” que creen que dentro de la inmensidad del Universos existen “N” posibilidades de encontrar vida inteligente en otro planeta. Carl Sagan fue uno de los más comprometidos investigadores que se dedicó a sembrar la semilla de la duda y a no afirmar (ni descartar) nada hasta comprobarlo.

Es cierto que hay que vivir con los pies en la Tierra, sin embargo, las hazañas más trascendentes en la humanidad, como el descubrimiento de América, las han realizado personajes que han logrado ver más allá de su propia nariz. El día de la raza debería ser un gran momento de reflección para saber si como “raza” vamos en el rumbo correcto y pensar no solamente en invertir nuestros esfuerzos para sobrellevar el presente, sino pensar llegará un día en el que nuestra descendencia tendrá que buscar el encuentro con un “nuevo mundo” si pretende sobrevivir en el tiempo.

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