lunes, 27 de diciembre de 2010

¿Quién quiere violar la ley electoral?

Por Víctor Zepeda

En el espacio anterior hablábamos de competencia electoral frente a los monopolios económicos, veíamos el contraste entre ambos sistemas, uno con una mayor competencia, mientras que el tema económico dejaba mucho que desear.

En estos días el Senador Veracruz, Juan Bueno Torio presentó una iniciativa de ley que reforma el Código de Procedimientos Electorales (Cofipe) para crear el capítulo de sanciones a los servidores públicos de cualquiera de los poderes y órdenes de gobierno que hagan uso de los recursos para beneficiarse (o beneficiar a terceros) en las contiendas electorales.

La iniciativa argumenta que la reforma electoral del 2007 donde se prohibió la contratación de propaganda en medios electrónicos por parte de los partidos políticos así como la colocación de propaganda en espacios públicos y se estipuló desaparecer las "campañas negras", no contempló sanciones a los funcionarios públicos ( como sí lo hace con los ciudadanos, dirigentes de partidos, candidatos, concesionarios y permisionarios de radio y televisión).

Con esta laguna jurídica los servidores que manejan recursos públicos pueden incidir en la decisión de los ciudadanos de manera discrecional e impunemente.

La reforma al artículo 354 del Cofipe contempla una multa de hasta 140 mil días de salario mínimo general vigente en el Distrito Federal, suficiente para inhibir la comisión del delito, teniendo en cuanta que el salario mínimo equivale a 54 pesos.

La importancia de la propuesta consiste en inhibir una de las prácticas que más lesionan la competencia electoral. Con los candados del Cofipe para contratar propaganda política, desviar recursos se ha convertido en una práctica frecuente entre funcionarios.

Ante el desprestigio que sufren la clase política hay quienes prefieren recurrir a las prácticas clientelares y la compra de votos considerando que son más efectivas que el debate y contraste de las ideas y los perfiles. Lo peor de todo es que se utilizan recursos públicos que debieron ser destinados para la construcción de escuelas, la compra de medicinas, la investigación científica o mil temas más en los que tenemos niveles vergonzantes.

Ojalá que el trabajo de Bueno Torio no se quede en la enorme congeladora legislativa donde invernan proyectos de ley que podrían trasformar este país.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Competencia electoral, bien ¿y la económica?

En 1997 --como fecha simbólica—los mexicanos le dimos la bienvenida a la competencia electoral, en ese entonces el Partido Revolucionario Institucional perdió la mayoría que siempre tuvo en la Cámara de Diputados además de perder la jefatura de gobierno del Distrito Federal. En el 2000 por primera vez en la historia el PRI perdió la Presidencia de la República frente al Partido Acción Nacional que abanderó Vicente Fox Quezada. Nuestras instituciones fueron sufriendo trasformaciones que le dieron al sistema político mexicano una verdadera competencia electoral fincada básicamente en tres fuerzas políticas (PRI, PAN, PRD). El voto “cruzado” es ahora una constante en muchos distritos, la gente puede votar por un partido para una diputación y a la par votar por el candidato de otra fracción en una presidencia municipal o gubernatura. Eso le pone sal y pimienta a la democracia (electoral) mexicana, la hace dinámica y –-a pesar del desprestigio de los políticos y el monopolio de los partidos —provoca que cada vez sean más serias las propuestas y que los gobiernos y representantes populares trabajen más.

No está a discusión que aún se carece de profesionalismo en la política y que los resultados que nos presentan nuestros gobiernos están aún lejos de lo que merecemos los mexicanos y de los estándares internacionales. Tampoco que los partidos políticos deben abrirse a la sociedad y promover reformas que permitan que cualquier ciudadanos pueda ser votado sin depender de la marca de una fuerza política; también es cierto que la reforma política para un Estado mexicano modernos aún sigue empantanada en las negociaciones del legislativo. Sin embargo, a pesar de todo esto no es aventurado decir que en política existe una verdadera competencia; para desgracia de todos los mexicanos, no podemos decir lo mismo en el sector empresarial.



México ocupa el lugar 66 de 139 países del mundo medidos por el World Economic Forum y lo peor, hemos descendido 6 lugares con respecto al año pasado. Aunque la Constitución Política prohíbe los monopolios en la práctica éstos son el pan nuestro de cada día: pagamos tarifas telefónicas altísimas, 90 por ciento del mercado de la televisión abierta se concentra en dos empresas, los monopolios del Estado como la Comisión Federal de Electricidad y Pemex dejan mucho que desear en los servicios y productos que ofrecen a los mexicanos. Todo esto a causa de vacíos legales que no le han dado la capacidad a la Comisión Federal de Competencia (Cofeco) para que pueda sancionar las prácticas monopólicas.



Hace unos días se discutió en el Senado de la República una minuta que procedía de San Lázaro para darle “dientes” a Cofeco para sancionar las prácticas económicas desleales. El debate estuvo intenso y al final de cuentas no se “descafeinó” la propuesta, es decir, ganaron quienes proponían mayores facultades para la Comisión de Competencia. El problema es que esta minuta regresó a la Cámara de Diputados (ahora cámara revisora) y tendrá que esperar a hasta el próximo año cuando inicie el periodo de sesiones para ver si es conveniente que se discuta. Cada día que esta iniciativa pase en el enorme congeladora del legislativo, son millones de pesos que los consumidores finales pagamos por la falta de competencia en el sector económico. El camino no es fácil, pero es posible, asín como el sistema político logró una competencia electoral, se puede lograr una apertura en la inversión y en la cantidad de oferentes de productos y servicios.



twitter: @victorzepeda

Competencia electoral, bien ¿y la económica?

En 1997 --como fecha simbólica—los mexicanos le dimos la bienvenida a la competencia electoral, en ese entonces el Partido Revolucionario Institucional perdió la mayoría que siempre tuvo en la Cámara de Diputados además de perder la jefatura de gobierno del Distrito Federal. En el 2000 por primera vez en la historia el PRI perdió la Presidencia de la República frente al Partido Acción Nacional que abanderó Vicente Fox Quezada. Nuestras instituciones fueron sufriendo trasformaciones que le dieron al sistema político mexicano una verdadera competencia electoral fincada básicamente en tres fuerzas políticas (PRI, PAN, PRD). El voto “cruzado” es ahora una constante en muchos distritos, la gente puede votar por un partido para una diputación y a la par votar por el candidato de otra fracción en una presidencia municipal o gubernatura. Eso le pone sal y pimienta a la democracia (electoral) mexicana, la hace dinámica y –-a pesar del desprestigio de los políticos y el monopolio de los partidos —provoca que cada vez sean más serias las propuestas y que los gobiernos y representantes populares trabajen más.





No está a discusión que aún se carece de profesionalismo en la política y que los resultados que nos presentan nuestros gobiernos están aún lejos de lo que merecemos los mexicanos y de los estándares internacionales. Tampoco que los partidos políticos deben abrirse a la sociedad y promover reformas que permitan que cualquier ciudadanos pueda ser votado sin depender de la marca de una fuerza política; también es cierto que la reforma política para un Estado mexicano modernos aún sigue empantanada en las negociaciones del legislativo. Sin embargo, a pesar de todo esto no es aventurado decir que en política existe una verdadera competencia; para desgracia de todos los mexicanos, no podemos decir lo mismo en el sector empresarial.





México ocupa el lugar 66 de 139 países del mundo medidos por el World Economic Forum y lo peor, hemos descendido 6 lugares con respecto al año pasado. Aunque la Constitución Política prohíbe los monopolios en la práctica éstos son el pan nuestro de cada día: pagamos tarifas telefónicas altísimas, 90 por ciento del mercado de la televisión abierta se concentra en dos empresas, los monopolios del Estado como la Comisión Federal de Electricidad y Pemex dejan mucho que desear en los servicios y productos que ofrecen a los mexicanos. Todo esto a causa de vacíos legales que no le han dado la capacidad a la Comisión Federal de Competencia (Cofeco) para que pueda sancionar las prácticas monopólicas.





Hace unos días se discutió en el Senado de la República una minuta que procedía de San Lázaro para darle “dientes” a Cofeco para sancionar las prácticas económicas desleales. El debate estuvo intenso y al final de cuentas no se “descafeinó” la propuesta, es decir, ganaron quienes proponían mayores facultades para la Comisión de Competencia. El problema es que esta minuta regresó a la Cámara de Diputados (ahora cámara revisora) y tendrá que esperar a hasta el próximo año cuando inicie el periodo de sesiones para ver si es conveniente que se discuta. Cada día que esta iniciativa pase en el enorme congeladora del legislativo, son millones de pesos que los consumidores finales pagamos por la falta de competencia en el sector económico. El camino no es fácil, pero es posible, asín como el sistema político logró una competencia electoral, se puede lograr una apertura en la inversión y en la cantidad de oferentes de productos y servicios.








twitter: @victorzepeda




lunes, 13 de diciembre de 2010

Explícale a un niño lo que pasa en Michoacán

¿Cómo le explicas a un niño de cuatro años la situación que estamos viviendo en Michoacán? ¿Será válido decirle que el Estado que se creó para garantizarnos la seguridad se está viendo rebasado? ¿Que durante décadas ha habido complicidad entre autoridades y grupos delincuenciales y que ahora hay un hilo que se rompió? ¿Que la vida de sus seres queridos y la suya propia está en riesgo con el solo hecho de salir a la calle?



Ayer miraba un video en Youtube de un recorrido desde Morelia hasta Apatzingán donde se veían imágenes de los restos de autobuses que fueron incendiados, coches volteados junto a la carretera, soldados resguardando la zona, locales comerciales reducidos a cenizas y aún humeando. Luego se acercó mi sobrino de cuatro años, las preguntas que me hizo fueron dilapidatorias: “¿qué país es ese?, ¿porqué están en guerra?” Fue entonces cuando la realidad calló como un balde de agua fría. Traté de explicarle que ese no era un país lejano, que las imágenes que veía fueron grabadas a sólo unos kilómetros de donde nosotros vivimos, intenté decirle que la situación estaba muy complicada y que había que permanecer en casa. Cómo todo niño que no recibe una respuesta satisfactoria continuó el interrogatorio: “¿y por qué se están peleando?, ¿quiénes son los malos?”. Hubiera preferido estar en un concurso de oratoria donde puedes hacer uso de recursos del lenguaje y decir muchas cosas sin decir nada en realidad, pero con un niño no funcionan esos trucos.




La guerra, como se la ha denominado a la lucha del gobierno contra el crimen organizado, ha tomado dimensiones inimaginables. El tiroteo que se dio en Apatzingán y los bloqueos en la capital michoacana cobraron vidas civiles, gente que estuvo en el momento y lugar incorrectos. ¿Cómo explicarle a los familiares de los menores que murieron durante el fuego cruzado que esta es una lucha que se tiene que dar en contra de los cárteles de la droga? ¿ Como explicarle a cuatro millones de Michoacanos que hay un estado de guerra y que sería mejor que no salieran de sus domicilios?




No se puede vivir en un estado de zozobra. Este fin de semana se registraron marchar en algunos municipios (Pátzcuaro, Apatzingán) y protestas contra la violencia; e incluso oraciones durante los festejos guadalupanos por la paz en Michoacán. Si bien es cierto que el Estado tiene la responsabilidad de garantizarnos nuestra seguridad, la participación ciudadana, a través de manifestaciones pacíficas, son expresiones que son bienvenidas y que deben incrementarse. Las autoridades tienen que hacer un análisis a conciencia de la situación y dejar de emitir discursos que a nadie convencen pues contradicen la realidad. Los michoacanos somos como un niño de cuatro años que requiere respuestas concretas a las situación de inseguridad que vivimos. Eso y el cese al fuego es lo menos que merecemos.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Uno de 12. Migrantes



Inició diciembre y el retorno temporal de miles de paisanos que radican en Estados Unidos, muchos menos de los que regularmente nos visitan. Estos días escucharemos discursos de todas las dependencias de gobierno relacionadas con el tema, de los legisladores, las asociaciones civiles y seguramente muchas empresas afinarán sus estrategias publicitarias para quedarse con un poco del dinero que vendrán a gastar los migrantes que nos visitan.





Es lugar común decir que las remesas y el dinero que gastan los migrantes durante sus visitas son uno de los tres motores de la economía de México y principalmente de Michoacán; es también un tema trillado escribir sobre los abusos que sufren por parte de las autoridades (y también de la gente) durante su viaje y su estancia en sus respectivos poblados. Tal vez habría que ponerse del otro lado y entender el proceso desde los zapatos de nuestros paisanos.





¿Porqué vienen realmente? ¿Qué es lo que los ata con estas tierras que dejaron hace mucho? Más aún, ¿cual es la impresión que les damos los que nos quedamos? ¿De verdad sueñan con regresar a México? ¿Porqué cada vez vienen menos?





Aunque no durante mucho tiempo, pero también he sido migrante y sin duda lo que nos ata a un lugar es nuestra gente y el montón de recuerdos que tenemos de él. Una constante también es la idealización de lo que dejamos. Sin embargo, el choque con la realidad al regresar es tremendo; tanto, que el sueño para los migrantes que vienen a pasar las fiestas decembrinas sólo dura unas cuantas semanas, si no es que menos.





Es inevitable citar ese magnifico libro de Octavio Paz, El Laberinto de la Soledad, donde habla de la necesidad del mexicano de embriagarse y disfrutar aunque sea por unos momentos antes de que la realidad se encargue de recordarle su desgracia y sus carencias; aunque sea uno de los 12 meses del año.





Las jornadas de trabajo en los campos y las fábricas de Estados Unidos sólo son soportables si se tienen un ideal, una familia que mantener o la ilusión de estar con los seres queridos aunque sea unos días de diciembre. En su libro El hombre en busca del sentido, Viktor Frankl explica cómo cualquier dolor es soportable si se le da un sentido, seguramente los estadounidenses que emplean a nuestros paisanos no podrían entender que aún el trabajo en la ilegalidad, las humillaciones y estar en un país lejano pueden sobrellevarse porque tarde o temprano llegará diciembre y habrá que ir a gozar un poco después de haber sufrido durante once meses.





Los ciclos después continuarán, regresarán a sus lugares de trabajo, algunos decepcionaos de la inseguridad que se vive en su país de origen o de la falta de capacidad de las autoridades para poner en orden las vialidades, la educación y la economía. Otros cruzarán la frontera recordando los buenos momentos y con la ilusión de “juntar un dinerito” para regresar para siempre. Los menos afortunados ni siquiera vendrán a pasar Navidad a su patria pues son ilegales y con el endurecimiento de las medidas migratorias, la inseguridad en México y la aún mala situación económica que se vive en EEUU tendrán que quedarse añorando las tradiciones de su país y a preparase para un año más de trabajo en “la jaula de oro”.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Los declaro marido y Gaviota



Seguramente hoy todas las noticias traen el tema, lamento ser otro más que hable del asunto, pero la boda del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto con la actriz de Televisa, Angélica Rivera, más allá de ser una nota de la farándula es una muestra del "necesario" maridaje entre los medios de comunicación electrónicos y la política. Entendamos el contexto:

La credibilidad de los políticos está por los suelos y muchos medios sacan raja de eso. En la medida en que se han ido trasparentando las actividades públicas la gente ha visto un sin números de errores de los gobiernos. Han sido precisamente los medios de comunicación, quienes se han encargado de señalar esos errores, muchos de ellos con un sentido de responsabilidad periodística y otros tantos buscando sacar raja del desprestigio de la política. Cualquiera que sea la intención que los mueva, lo cierto es que la gente cada vez es más crítica y la mayoría de las veces con mucha razón desconfía de sus gobernantes y representantes populares.

Los medios masivos de comunicación son más que un cuarto poder. Los mass media más allá de ser sólo críticos del sistema, ahora se anteponen a los poderes formales, es decir, tienen la capacidad de operación política como para imponer diputados y senadores (muchos de los diputados del PRI y del PVEM están ligados directamente con Televisa, por eso se conoce como la "telebancada"), gestionar legislaciones a modo (recordemos Ley Televisa) y amenazar con el desprestigio (o la ley del hielo) a quienes se atrevan a desafiarlos. Como ejemplo podemos recordar la difuminación de la imagen de Santiago Creel luego del rompimiento con la televisora de Chapultepec. Por eso quien pretenda tener una carrera política exitosa prefiere tenerlos como amigos.

Las caras amables logran más credibilidad. Luego de la reforma electoral de 2008, que restringe la publicidad política en medios, muchos gobiernos como el de Coahuila y el Estado de México optaron por contratar actores para que dieran a conocer los logros del gobierno. Ernesto Laguardia ha sido la cara amable de la campaña "el norte está en Cohauila" y Angélica Rivera, conocida como "La Gaviota" fue la cara bonita del Edomex antes de que se hiciera público su romance con Peña Nieto.

La boda entre la política y los medios. Rumbo a la contienda electoral del 2012, las cosas marchan sobre ruedas para Peña Nieto, ya sea por un amor sincero entre la actriz y el gobernante o por mera estrategia electoral pero la boda ya está consumada. Cualquiera que sea la verdad, lo interesante es que su boda es como el final feliz de una telenovela donde la chica guapa encuentra su príncipe azul. La campaña de 2012 será la continuación de la novela donde por cierto, la gente podrá participar con su voto.

La política es un asunto demasiado aburrido y enredoso para la mayoría de la gente, por eso quienes entienden de la psicología de masas la aderezan con historias bonitas. Para bien y para mal en una democracia las mayorías mandan, quien tiene la capacidad de entenderlo podrá gobernar con su respaldo.