lunes, 28 de febrero de 2011

Mi propuesta antipopular para solucionar la congestión vehicular.

¿Has intentado circular por la zona centro Morelia últimamente? ¿Has sentido que tarda una eternidad de en cruzar la avenida Madero aunque solamente sean unos pocos kilómetros? ¿Has llegado tarde a tu trabajo? ¿A la hora de ponerle gasolina al coche sientes como que los litros no son proporcionales al kilometraje por tener que acelerar y frenar durante las horas pico? ¿Has tenido que pagar estacionamiento en el centro, esto es, más de 50 pesos sólo por estar menos de dos horas? ¿ Ha sido víctima de un franelero que te “aparta” un lugarcito siempre y cuando le pagues por lavar tu coche? ¿Te estresas con facilidad debido a la impotencia que sientes al no poder avanzar para llegar temprano para estar con tu familia? Entonces esto le interesa.

Antes que nada debo aclarar que la propuesta que aquí se escribe es una medida totalmente antipopular, pero como no soy diputado o presidente municipal, me puedo dar el lujo de hacerla sin que me odien y no voten por mí en la próxima elección. Lo interesante del asunto es que a veces las medidas que no tienen la simpatía de la gente son efectivas si se conoce la causa del problema y se aplica una buena estrategia. Se trata de crear un impuesto por transitar en el centro de la ciudad.

Me queda claro que cuando se habla de impuestos todo mundo se asusta, esto debido a que los ciudadanos no vemos que se mejoren nuestras condiciones de vida con el recursos que pagamos a diario. El caso que conozco es el de Londres donde antes del 2003 circular cerca del Big Ben o del Tower Bridge era peor que estar en camelinas a las 6 de la tarde. Hubo muchas propuesta para crear infraestructura que desahogaran los cuellos de botella; sin embargo, por la propia estructura del centro de la ciudad que es una muy antigua (como es el caso de Morelia) las calles fueron diseñadas con una visión diferente a la realidad vehicular de ahora. Se realizaron campañas publicitaria para inhibir el uso del automóvil, se crearon ciclopistas pero el problema no se resolvió de fondo pues la gente seguía usando su vehículo para moverse.

A pesar de la antipatía que al principio causó en la gente, se zonificó la ciudad y se puso en marcha un impuesto por la circulación en el centro. Los automovilistas compran un pase que equivale a 8 libras diarias, no existe ningún tipo de caseta de peaje pues eso empeoraría la circulación, sino que los automóviles son monitoreados por un sistema de cámaras y si se sorprende a alguien circulando sin boleto se hace acreedor a una multa de 80 libras, es decir un aproximado de 1570 pesos mexicanos.

A más de 8 años del programa, los resultados están a la vista, se redujo en un 30 por ciento la circulación en la zona centro lo que permite que quienes pagan lo puedan hacer desahogadamente. El dinero obtenido se invirtió en el mejoramiento del trasporte público y se redujo en un 60 por ciento la demora de los autobuses producto del exceso del transito vehicular. Se reacondicionaron las ciclopistas y hoy por hoy ir a al trabajo en una bicicleta es de lo más normal en la ciudad, pues además de existir la infraestructura adecuada, se promueve el ejercicio físico de los ciudadanos.

Cabe señalar que el impuesto sólo se cobra de lunes a viernes en determinadas horas y que la gente adapto su ritmo de vida al programa. Quienes no quieren pagar han encontrado rutas alternativas, algunos cambiaron sus horarios de circulación y un buen porcentaje usa el transporte público que es de muy alta calidad.

¿Habrá algún presidente municipal en la capital michoacana que se atreva a implementar algo así? El programa de Londres es como cuando el doctor le pone una inyección al niño a pesar de los lloriqueos pues aunque él no quiera, el médico sabe que al final es por su bien. Desafortunadamente hay muchos doctores que siguen recetando aspirinas.

martes, 15 de febrero de 2011

El PRI eligió el peor escenario: perder-perder

Hechos: Los diputados del PRD con su ausencia reventaron la sesión del sábado en donde se suponía se iban a aprobar reformas al Código Electoral deL estado luego de las cambios en esta materia a la Constitución Política de México. El tema de fondo es la permanencia o no de los actuales consejeros del Instituto Electoral de Michoacán. Los diputados perredistas argumentan que no se puede extender el periodo de los consejeros, pues fueron electos por un periodo que está por terminar. Pareciera que los legisladores quisieran un consejo más a modo rumbo al proceso electoral del 13 de noviembre.

A consecuencia de esto, el PAN y el PRI anunciaron que no asistirían al tercer informe de labores de Leonel Godoy para aguarle la fiesta al gobernador perredista. Se plancharon los acuerdos y las dos bancadas dijeron que dejarían plantado al gobernador, incluso se hicieron desplegados en algunos medios electrónicos argumentando su ausencia.

Lo interesante de la política es que los escenarios pueden cambiar de un día a otro, de un minuto a otro. En este ambiente los acuerdos tienen caducidad, el secreto es saber detectarla. En la noche del domingo algo pasó, alguien movió los hilos desde los altos niveles y logró que cinco diputados de Acción Nacional se presentaran en el teatro Morelos logrando así el quórum parlamentario.

El informe se llevó con normalidad, Godoy habló de sus logros y --aunque no convenció a la oposición--, se mantuvo un ambiente de respeto en el recinto en donde estuvo el Secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, gobernadores, ex gobernadores, el Jefe de Gobierno del DF, diputados federales y senadores de todos los partidos políticos, así como una buena cantidad de invitados especiales.

Se evitó el escándalo pero el problema aún no está resuelto. ¿Qué ganaron los diputados priistas con no asistir? Su mal olfato político los llevó a elegir el peor escenario para ellos: perder-perder. No lograron reformar el Código electoral y, al no asistir al informe, se vieron irresponsables ante sus representados. Para desgracias de todos, este ya es un año electoral y todo el tema legislativo girará en torno a quien descalifica al otro para quedar bien con los electores.

Subestimar a la gente pensando que entre más se descalifique al oponente, más posibilidades se tendrá de ganar una elección es apostarle a una idea equivocada de los motivos que la gente tiene para votar. Conforme avanza nuestro nivel de democracia, las personas han ido entendiendo que la representación popular no consiste en quién se pelea más en el parlamento, quién truena más sesiones o quien logra meter más lonas denigrando a las personas (como ocurrió con Noroña en San Lázaro). Entre más madura la democracia queda claro que un buen representante popular es quien, aunque no esté de acuerdo, antepone sus intereses personales por el bien de la mayoría. Ojalá nuestros legisladores lo vayan entendiendo, en la medida que esto pase habrá menos show y más política efectiva, de esa que se traduce en acuerdos y progreso para la gente.

lunes, 7 de febrero de 2011

Cinco consejos para ser gobernador de Michoacán


El 13 de noviembre se espera que más de millón y medio de michoacanos acudan a las urnas para renovar la gubernatura del estado, las 113 alcaldías y el Congreso del Estado. Los resultados electorales de Guerrero, Baja California Sur, Coahuila y el Estado de México seguramente tendrán cierta influencia en los ánimos de los partidos políticos y la gente, sin embargo Michoacán siempre ha sido tema aparte. Por eso todo quien pretenda ser el sucesor de Leonel Godoy tendrá que adecuar su estrategia y adaptarse a los nuevos escenarios en el estado que han cambiado desde la última elección hace casi cuatro años. Propuestas:

1. El precandidato deberá ser cauteloso en el proceso interno para ganar la candidatura de su partido sin generar rupturas que le perjudiquen en la elección constitucional. El peor golpeteo se da desde el fuego amigo. Habrá que ser un político hábil, negociador, conciliador pero sobre todo, capaz de hacerle sentir a la militancia de su partido que es el candidato ideal para ganar la contienda externa. Este paso es uno de los más complicados pues los tres principales partidos se encuentran en este proceso que suele ser desgastante. Quién salga bien librado tendrá la mitad del camino para ser el próximo inquilino de Casa de Gobierno.

2. Ningún partido en el estado tiene la estructura suficiente para ganar, su voto duro no alcanza para definir la elección. Los candidatos tendrán que aliarse con la ciudadanía que no tiene partido. Hay que recordar que en la elección pasada en Morelia se dio el mayor número de votos nulos en el país. Quien logre deslindarse de los errores de su respectivo partido y enfoque su campaña en temas que le signifiquen algo a la gente --más allá de una agenda política-- podrá ponerse a la delantera.

3. Quien quiera ser el próximo gobernador del estado tendrá que aplicar una estrategia de “abajo para arriba”, es decir, tendrá que centrar su capital político en ganar alcaldías y diputaciones para que la suma de éstas le den buenos números en la gubernatura. La campaña durará sólo 60 días, insuficientes para recorrer el estado, y hay que tener en cuenta que algunos municipios tienen más de un centenar de comunidades. El candidato a presidente municipal es el contacto más directo que la gente tendrá con el partido (o coalición), por eso deberá de estar bien respaldado a nivel estatal.

4. Siempre en una campaña hay mil ideas para cambiar las cosas, sobran las promesas. Logrará la credibilidad de la gente quien tenga una propuesta viable y que a la vez sea compatible con su trayectoria. Elegir el tema en el que se centrará la campaña será fundamental, pero también será determinante los medios (y la forma) en que se difunda el mensaje. Las redes sociales, por ejemplo, han dado un giro a las campañas, quien sepa adecuarse a las nuevas realidades, sin descuidar los medios tradicionales podrá insertar su propuesta en la mente de la gente.

5. Se puede ganar una campaña y perder la elección, hay cientos de ejemplos al respecto. Asegurarse de que la gente haya quedado lo suficientemente motivada como para que vaya a votar hará la diferencia entre haber sido un buen candidato al gobierno del estado o el próximo gobernador constitucional de Michoacán.