lunes, 25 de octubre de 2010

La “opinocracia” y otros asuntos

Esta columna inicia una nueva etapa el día de hoy. El reto fue interesante y se cumplió la meta que era durar un año “al aire”. Después de este tiempo son varias las lecciones y por eso hoy le doy in giro. Hoy reflexionaré acerca de este género periodístico que es tan libre y a la vez tan sensible.

La primera lección es que en el mundo de la información en que vivimos hay muchas voces y, con las nuevas tecnologías como Twitter, cada día habrá más. Que bueno. Por eso más que nunca es válido para el lector identificar los elementos del esquema de MacLuhan de “quién dice”, “por qué canal” y “con qué intención”. Como cada vez hay más competencia en el negocio de la “opinocracia” es justo que mis lectores (posiblemente sólo sea mi editora y dos amigos que procuran decirme que me leyeron, sé que me estiman) sepan cuáles son mis intenciones al escribir esto.

En el género opinativo hay algunas opciones que suelen ser la motivación detrás del monitor:

A) Se es un gurú en un tema súper especializado y como un acto de justicia con el resto de los mortales, el columnista se sienta periódicamente frente a su computadora y comparte su gran sabiduría. Qué acto tan noble. B) El opinador vive de se su profesión y se ha dado a la tarea de posicionar su nombre para recibir información privilegiada a través de filtraciones, desayunos, llamadas telefónicas, de una hábil lectura de la prensa, etcétera, etcétera. El círculo rojo se interesa en lo que dice en la medida que sea información exclusiva y que esté relacionada directamente con los intereses del lector. C) Se es un actor (principalmente político) que pretende mantener presencia en los medios escritos y si es el estilo del periódico, saldrá su cara publicada junto a su nombre lo que le ahorrará el pago de espacios y podrá vender la imagen de que es un político que se acerca mucho al ideal weberiano descrita en el Político y el Científico (es decir, un político que también le sabe al trabajo de intelectual). D) Otros. Los que escriben por consigna, por buscar hacerse famosos, por creer que desde una columna se puede cambiar el mundo, o de plano los que no encontraron mejor profesión en la vida y se ven forzados a hacer algo. Sé que esto es muy simplista e incluso injusto para mis compañeros, pero bueno, esa es la gran libertad de este género; es opinión. Pero volviendo al esquema de MacLuhan (“con qué intención”), el objetivo de este espacio es simplemente dejar testimonio escrito de cómo un comunicólogo de 29 años percibe y procesa los temas que están a su alrededor. Siendo honesto, es más bien un ejercicio de autoanálisis.

Hace algunos años (todavía como estudiante) me inquietó mucho la influencia que podría tener una columna en la vida pública. Entrevisté a muchos columnistas de todas las ideologías (porque los hay) y de todos los medios (prensa escrita, radio y televisión). Las respuestas fueron tan diversas que coincidían con la posición que ocupaban. Los más optimistas sobre la influencia de su pluma (por obvias razones) eran quienes publicaban en medios nacionales y habían podido crear un renombre. Quienes se enfocaban más bien a un ámbito académico y que publicaban artículos menos “maniqueos” (según sus propias expresiones) consideraban que los géneros opinativos ejercían una influencia limitada en la vida pública, tal vez por la mesura en sus comentarios.

Luego de escucharlos, me formé la creencia de que este es un género para ejercer con responsabilidad lo que uno dice, pues esto es como un mensaje en una botella lanzado al mar, nunca se sabe hasta dónde llegará. Los libros que describen el artículo de opinión (o columna si se publica periódicamente en un mismo medio) coinciden en elementos mínimos como la buena argumentación, la presentación de datos que sustenten lo dicho y la “autoridad” para que el opinador defienda lo que dice. Creo en esta metodología, pero creo también que el internet, especialmente el twitter hacen cada día más accesible la información (por desgracia también se incrementa la información chatarra) y por tanto hay que “bajarle dos rayitas al volumen” y ser más directo en lo que se le dice al lector; en lo que te digo a través de estas líneas.

Me disculpo por omitir esta semana temas como las alianzas en el Edomex, la renovación en la dirigencia del PAN, el posible desafuero de Godoy, etc., etc. Prometo investigar a fondo alguno e los temas que sean de actualidad. Recibe un cordial saludo (relinchido) de Mi Caballo.

www.victorzepeda.com

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