lunes, 18 de abril de 2011

Dos orígenes de la Semana Santa

Por: Víctor Zepeda


Indudablemente nuestra cultura y tradiciones están influidas por la cultura judeo- cristiana. Es impresionante como costumbres que nacieron a miles de kilómetros de aquí y con fines diferentes han permeado nuestra forma de vida. Semana Santa significa para muchos una pausa en el camino para irse a asolear a la playa y momentos de reflexión para otros. Cualquiera que sea la forma de pasar estos días, hay una razón religiosa detrás. La primera (y que es la más cercana religiosamente hablando al pueblo católico mexicano) es la conmemoración de la pasión de Jesucristo. Iniciando con el Domingo de Ramos cuando de acuerdo con el Evangelio de Mateo Jesús, entró triunfante a Jerusalén montando en un burrito proclamándose rey de los judíos. Esta entrada "triunfal" en la ciudad santa es el inicio del proceso y razón del enojo de los judíos pues ellos esperaban a un Mesías lleno de poder que fuera capaz de liberarlos de la opresión romana como en algún momento lo hizo Moisés del pueblo egipcio. Sin embargo, quien se autoproclamaba hijo de Dios, era un pacifista que hablaba de amar al enemigo y poderle la otra mejilla. Su mensaje ofendió a los doctores de la iglesia pues era una doctrina revolucionaria que simplificaba las leyes y anteponía el sentido común y el amor a una interminable cantidad de rituales y leyes estrictas que apedreaban, por ejemplo, a la mujer que se le sorprendiera fornicando. Con la muerte y posterior resurrección de Jesús se desprende una nueva doctrina (y en consecuencia una nueva religión) para la humanidad. Inicia la era del cristianismo. Pero la tradición de la ahora conocida como Semana Santa, son más antiguos. La Pascua judía significa "el paso del Señor". Mientas el pueblo de Israel se encontraba esclavizado en Egipto, surgió un líder llamado Moisés, quien de acuerdo con el libro del Éxodo tenía como misión divina liberar a los israelitas de la opresión egipcia. Sin contar con dones militares o políticos, muchos menos con un ejército preparado, Moisés y su hermano Aaron, recibieron poderes de Yahvé para presentarse ante el Faraón y pedirle la liberación de su pueblo. Como era de esperarse, el mandatario egipcio no aceptó así que --cuenta la Biblia--, que Dios mandó diez plagas a los egipcios para demostrar su poder y lograr persuadir de la liberación de los israelitas. Primero Moisés convirtió las aguas del río Nilo en sangre, después mando una plaga de las ranas. Como no hubo respuesta favorable, vinieron después los mosquitos, los tábanos, la peste, las úlceras, el granizo, langostas y las tinieblas. Faltaba pues la décima que fue mortal. Al ver la dureza de corazón de Faraón y su pueblo, Yahvé decidió mandar a través de Moisés el peor de los males, la muerte de todos los primogénitos egipcios. Los israelitas recibieron instrucciones de realizar sacrificios de corderos y pintar las puertas de sus casas con la sangre del sacrificio para liberarse de la furia del Ángel Exterminador. Esa fue la pauta para que el pueblo de Israel huyera al desierto. La fecha fue tan simbólica que de acuerdo con el Éxodo esa fecha se estableció como el comienzo del año y se instruyó a los israelitas para conmemorar el "paso del Señor" (o Pascua) de por vida. Es pues lo que ahora conocemos como la última cena, cuando Jesús de Nazaret está reunido con sus discípulos para recordad esa tradición judía. Con el paso del tiempo y con el auge del cristianismo se opacó el sentido original y cobró mayor importancia la pasión de Cristo.Independientemente del sentido religioso de estas fechas, el ambiente es propicio para la reflexión y hacer una pausa en el camino. Hay que cargar energías porque apenas pasando estos días volveremos con los temas que tanto nos aquejan y a hablar de la tan desprestigiada pero a la vez necesaria política mexicana.

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