lunes, 17 de enero de 2011

Libertad de expresión no es libertad de calumnia

Hechos: en diciembre un medio de comunicación publica una nota acusando al diputado local, Epigmenio Jiménez de recibir depósitos en su cuenta bancaria por cuatro millones de pesos. El legislador responde y presenta documentos que prueban la inexistencia de la cuenta y en consecuencia del depósito. El asunto quedó olvidado. Este jueves la agencia de noticias publica una nota con fuertes declaraciones acusando nuevamente al presidente de la Comisión de Hacienda del Congreso michoacano. El medio argumenta tener en su poder las fichas de cuatro depósitos por montos millonarios e involucran también a la asistente del diputado. En una nota sarcástica, la agencia llama por sobrenombres a Jiménez Rojas y termina la nota con un "amen". Al día siguiente el diputado aludido da una conferencia de prensa desmintiendo la información con documentos oficiales del banco que demuestran que esos depósitos no existieron. Esta vez, los coordinadores parlamentarios de los tres principales partidos políticos así como varios legisladores acompañan al diputado durante la rueda de prensa y declaran que la agresión a Epigmenio Jiménez es una ofensa al legislativo: "hoy es Meño, mañana, podría ser cualquiera de nosotros", dijo el diputado del PRI. El ofendido anuncia que demandará al medio por difamación.

Durante la ronda de preguntas y respuestas uno de los reporteros pregunta si la denuncia no atentaría contra la libertad de expresión. Caray, ¿quien dijo que la libertad de expresión es un cheque en blanco para difamar?

Todos los extremos son malos y parece que en México se ha pasado de la censura al libertinaje. Durante siglos la lucha en este país por la libertad de expresión libró muchas batallas. Fue un reclamo social que tuvo que ir ganando espacios y que hace apenas pocos años se concretó. Durante el sexenio de Vicente Fox parecía deporte nacional criticar las acciones, declaraciones y ocurrencias del primer mandatario y su familia. Hoy por hoy cualquier medio puede publicar cualquier crítica y no tiene que preocuparse de las represalias del poder. El problema ahora es quién regula los excesos de quienes se erigieron como los "perros guardianes de la democracia", usando los términos de la prensa estadounidense.

La reputación es un bien invaluable ante la sociedad, más aún si se es parte de la clase política, tan desprestigiada en estos días. El diputado Jiménez deberá actuar legalmente, como lo anunció, de no hacerlo por temor o cualquier otra razón, no existirá un precedente en Michoacán y cualquier ciudadano puede ser víctima de "periodicazos".

La libertad de expresión es un derecho que los mexicanos nos hemos ganado a pulso, pero esa libertad termina donde empieza la del otro. Ahora todos debemos ser guardianes de libertad de prensa, es un derecho que bien aplicado nos fortalece como sociedad y fortalece la democracia pero no nos vayamos con la finta, es libertad de expresión no de agresión.

victorzepeda@hotmail.com

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